miércoles, 19 de agosto de 2009

REFLEXIÓN: Los sueldos de los "quebrados"

Cuando empecé a cubrir información empresarial inmediatamente consideré que un empresario llega a serlo al aplicar una dosis de sentido común que ni los políticos ni los burócratas... incluso que no los periodistas usamos todos los días.
Si un empresario o empresa era hábil, eficiente y sabía entender el mercado, simplemente debía obtener un premio en forma de ganancias. En contraste, cuándo un empresario o empresa era todo lo contrario, el castigo no se hacía esperar y simplemente se iba a la quiebra.
No obstante parece que el mundo ha perdido la cordura.
El 17 de agosto pasado aseguradora American International Group, AIG, presentó a Robert Benmosche como su nuevo director con un sueldo anual de 7 millones de dólares junto con bonificaciones de hasta 3,5 millones según su rendimiento (Agencia EFE).
Quién lo dijera después de que AIG acumuló en los últimos tres meses de 2008 pérdidas por 61 mil 659 millones de dólares y que ha recibido la nada despreciable suma de 182 mil millones de los impuestos de los estadounidenses.
Pero no es el único caso.

Apenas el 28 de julio pasado Andrew Hall, jefe del sector de Energía y Materias Primas de Citigroup, amenazó con renunciar si no recibe una bonificación de 100 millones de dólares gracias a su desempeño personal (eluniversal.com).

Lo malo del caso es que Citygroup ha recibido alrededor de 45 mil millones de dólares en ayudas gubernamentales directas y más de 300 mil millones en garantías.

¿Qué de malo tiene que un empleado reciba lo que merece? Bueno, lo malo es que las acciones de sus colaboradores, y probablemente las suyas, han sumido al mundo en una crisis económica mundial sin que hasta ahora se vea el final.

Mi trabajo y el de muchas personas se fue al olvido. Las inversiones de muchas otras también.

Dicen los viejos que la única manera de ganar tanto dinero es asumiendo enormes riesgos en los negocios; ellos no sólo los asumen, sino que lo pierden todo, los gobiernos los rescatan y aún así exigen sus enormes bonificaciones.

Ojalá que el CAPITALISMO volviera a ser simple:

el mercado es la jungla, las empresas eficientes y competitivas sobreviven; las que no, simplemente se van al carajo… PERO TODAS.